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Despedida

Despedida

Miró la luna, estaba casi llena. Se sentó en la arena, estaba fría. Miró el mar, era una malla oscura de tamaño incalculable. Se tumbó y sintió el contacto de la arena en sus brazos y pelo, como le gustaba esa sensación. Miró las estrellas, parecían más bellas y numerosas que nunca. ¿Por qué todo tiene mejor sabor cuando sabes que es la última vez que lo pruebas? Se sentó, abrió la mochila y sacó la navaja. Estaba tranquilo, sabía que nadie lo iba a ver, y si lo viese no podría hacer nada. Se quitó la camiseta, sintió la fresca brisa acariciarle la piel. Sintió la arena resbalarse de su cabeza cayendo por toda su espalda. Tuvo un escalofrío. Deseó que Dios le parara. Miró al cielo, era una noche perfecta, Dios no le hablaría. Miró la navaja como si aquel metal le diese lastima o pena. Se levantó y se quitó los pantalones y la ropa interior. No hacia frío y agradeció a la luna por estar cuidándole desde arriba. Se acercó al mar y se mojó los pies, el agua estaba casi fría, exactamente como a él le gustaba. Todo era tan perfecto que desnudo y con la navaja en la mano se puso a llorar, miraba al cielo, nada de dioses o ángeles a salvarle, miraba a su alrededor por toda la playa y nadie correría al verle. Eso solo podía significar una cosa, que el cielo le daba la aprobación, le daban el visto bueno, era lo que le estaba escrito, que triste es acabar así. Aun con el agua por los tobillos se limpió las lágrimas suavemente con el filo de la navaja, solo para sentirla, se puso de rodillas y sintió la suave marea rozarle el muslo. Se abrió un poco de piernas. Sujetando fuerte la navaja miró por ultima vez en todas las direcciones, nada. Respiró hundo y antes de soltar el aire se hizo un corte no muy profundo en la ingle. Sabía que ahí le cortaría una arteria importante y que en cuestión de minutos estaría desangrado. No se veía bien la sangre con la oscuridad y por última vez en su vida agradeció por aquella noche tan perfecta. Se levantó, caminó un poco y se sumergió en agua, completamente desnudo, completamente en paz. Con pocas fuerzas, sin saber bien lo que le pasaba, miró al cielo y vio que todas las estrellas le miraban, sonreían y le llamaba. Fue a su encuentro y desde arriba vio que todo era perfecto, pero ya no agradeció simplemente lo entendió.

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